Texto leído el 23 de mayo de 2023 a propósito en la presentación de los títulos Jesús Lara Sotelo: El laberinto ante mí. Antología 1991-2016, Colección Sur, La Habana, 2017; y La vaguedad y otros problemas. Antología poética de Jesús Lara Sotelo, Editorial Letras Cubanas, La Habana, 2018.
Tal vez la señal inequívoca de la madurez de un poeta estribe en el acto de preparar o encargar antologías de su producción poética. Es el momento en que la cuantía de trabajo acumulado reclama una poda. Un nuevo orden debe mostrar a los lectores otras aristas conceptuales (y formales, en los mejores casos) que podrían haber sido pasadas por alto en las lecturas de cada uno de los volúmenes particulares. O en zonas de estos. O incluso en toda la obra vista en su totalidad y no bajo el prisma de revisiones intencionadas que propongan una manera nueva –o novedosa– de leer.
Es el caso de la aparición de dos antologías de la poesía de Jesús Lara Sotelo: El laberinto ante mí (2017) y La vaguedad y otros problemas (2018). Publicadas con apenas un año de diferencia y contentivas de buena parte de la labor de este prolífico escritor y artista de la plástica cubano, estas selecciones invitarían a pensar en un ego desatado o en una compulsión escritural que no para mientes en la multiplicidad de los temas humanos o divinos ni en las formas también plurales en que suele escribirse la poesía. Pero no. La respuesta resulta más compleja.
Sospecho que estamos en presencia de una sofisticada maniobra de reescritura. Mejor, de dos sofisticadas maniobras de Proteo, ese astuto y medio incapturable personaje mitológico que hizo una leyenda de las transformaciones, las profecías y sus conocimientos esotéricos acerca del pasado, el presente y hasta el futuro. Y afirmo esto porque ambos libros son, en esencia, complementarios: uno y otro abarcan, básicamente, zonas y facetas distintas de la lírica de Lara.
Pero, sobre todo, porque a la postre, y aunque provengan de la misma fuente (el autor), los dos tienen un matiz que los diferencia: El laberinto… es una selección del propio Lara Sotelo y La vaguedad… una encargada a otro, en esta oportunidad el poeta, traductor y ensayista Omar Pérez.
Hacer ese deslinde podría parecer trivial. No lo es. Muchos escritores, desde la antigüedad hasta nuestros días, se han ocupado de diseñar –y proponernos– la manera en que les gustaría ser leídos por sus contemporáneos y, lo más interesante, por la posteridad. Cómo entender la Divina Comedia sin frecuentar Il convivio o De vulgari eloquentia, o el Canzoniere de Petrarca sin Secretum o sin sus varias colecciones de cartas, o a Eliot sin The Sacred Wood. Imposible. Y el meollo del asunto radica en que, en esos documentos, los poetas van ofreciendo claves para descifrar el extraño tejido de su obra, ya sea poema por poema o de manera total. Otra variante de esta actitud, más pragmática, es la llevada a efecto por Octavio Paz en Libertad bajo palabra: una sucesión de reacomodos de sus textos, incluyendo la reescritura de algunos o el cambio de posición dentro del conjunto, de modo que en cada nueva edición de la antología nos encontramos con una propuesta estética diferente, con uno o varios de los múltiples rostros de ese conglomerado de seres polimorfos y dialógicos que se agrupan bajo la firma del ilustre mejicano.
El Proteo tropical que nos ocupa (si pensamos en el lugar de nacimiento, porque por sus voces este es un ciudadano del mundo, como corrobora la vasta geografía de sus poemas) esgrime en estos dos volúmenes una conducta heredera de aquellas comentadas arriba.
En el primero nos sugiere una degustación de fragmentos pertenecientes a la fruslería de trece poemarios. En el segundo, se deja leer por Omar Pérez a lo largo de, al menos, una decena de cuadernos. Salvo excepciones, no eligen de los mismos libros. Y, cuando esto ocurre, casi no se repiten poemas. Son como las dos caras de un viejo disco. O mejor, para seguir con la mitología, como las dos caras de Jano, el dios de las puertas, los portales, los comienzos y las transiciones: una autolectura generosa, aunque no autocomplaciente del autor, y otra más inclemente y selectiva de un escritor que se ha caracterizado por la indagación constante en sus modos de mirar la realidad y en la búsqueda de arriesgados procedimientos estilísticos para expresar esas inquisiciones.
De ahí que ambos tomos nos ofrezcan universos paralelos de lectura. El laberinto… propone un viaje por el sinfín de posibilidades expresivas e interpretativas que hay en los numerosos estadios de Lara. O en los diversos Laras que hay en cada uno de esos estadios. Desde el sujeto lírico que habla en versos en ¿Quién eres tú, God de Magod?, y que nos interpela sobre la escisión del individuo en un mundo donde priman el mercado y la tecnología, hasta los descarnados aforismos de El escarabajo de Namibia y un peculiar bestiario como Diccionario de la lengua dantesca, sin olvidar las estancias en las cuales prima la prosa (Lebensraum, Los ultimátum) para radiografiar un mundo preso en su propia autodestrucción y en el que, ya lo dije en otro sitio, el spleen ha sido sustituido por el estrés.
La vaguedad…, por el contrario, sin dejar de hurgar en las preocupaciones esenciales de Lara Sotelo (el descaecimiento del planeta, las torpezas sucesivas de las civilizaciones para salvar el entorno, los cantos de sirena del éxito y el dinero, las multiplicidades del yo y sus abismos, con especial atención a aquellos de la sexualidad) nos advierte acerca del valor de dejar testimonio, de escribir lo mismo en la laptop que en el teléfono móvil (armas impuestas por la Matrix que sirven para ejercer la resistencia contra ella, otra de las grandes paradojas de hoy) y ensanchar las fronteras de ese ilusorio pacto autobiográfico entre el creador y sus receptores. El sesgo romántico del presunto diario de emociones e ideas viene a ser anulado –y he aquí otro guiño intercultural propio de los momentos barroquizantes de la historia del arte– por la idea del antólogo (él mismo un artífice de la performance poética), insinuada en su nota introductoria, de que hay en esta antología algo performativo, de obra cifrada e inacabada que acrecienta la polisemia original existente en los textos, desde los iniciales de Paradoja: capítulo al éxtasis hasta los densamente filosóficos Poemas en Berlín.
Ahora bien, creo que la jugada magistral de estas confabulaciones de Jano y Proteo se consuma con la inclusión en ambas compilaciones de un grupo de acercamientos críticos firmados por algunas de las voces más prestigiosas y jerarquizadoras del panorama cultural cubano de estos tiempos. El laberinto ante mí se inicia con cuatro posibles hilos de Ariadna para ayudarnos con el tránsito, escritos por Marylin Bobes, Virgilio López Lemus, Cira Romero y Francisco López Sacha. Aunque el refuerzo es problemático, porque expande el abanico de lecturas y nos vemos en un cuarto de espejos que ofrece perspectivas a un tiempo antitéticas y suplementarias, que nos llevan a una visión holística del autor-miríada de sujetos líricos Jesús Lara Sotelo en el universo Bobes, en el Romero, en el López Lemus y en el Sacha. Este homenaje simultáneo a William James, a la DC y a la Marvel se repite en La vaguedad y otros problemas con una breve nota de Omar Pérez, otro prólogo de Marylin Bobes y un enjundioso epílogo de Alberto Garrandés que nos revelan otras nuevas facetas de este súper héroe contemporáneo que ha hecho de la literatura y de las artes plásticas sus armas para advertir de los armagedones e intentar combatirlos junto a nosotros.
La audacia de esta estrategia escritural y a un tiempo publicitaria se remarca cuando corroboramos la difusión de estas obras (y de otras publicaciones de y sobre Lara Sotelo) en plataformas como Amazon, You Tube, Facebook, Instagram, Twitter y Telegram. El intento de expandir también al ciberespacio (puede que el espacio real para muchos ahora y en los tiempos por venir) las peripecias de estos seres mitológicos griegos cada vez más activos en los multiversos de las lecturas nos coloca ante la perturbadora oportunidad de desarticular las construcciones culturales de autor, sujeto lírico, editor, librero, exégeta y lector y volver a hacer de la poesía esa comunidad espiritual y democrática que desde sus orígenes intentó socializar el conocimiento del ser en todos los instantes y sitios de lo inconmensurable.
La Habana, mayo 2023