Idiosyncrasy of the ham

Starting in 1999, Lara did whatever he wanted with the landscape and perhaps around that date he began to earn the myth of “the landscaper of Centro Habana.” It is not badly earned if we remember that Lara faces the landscape as a dissipated revision of the History of art: sometimes from impressionist pointillism, sometimes from Cézannean post-impressionism, on occasions from expressionist poetics, at times from informalism or from the gains of geometric abstraction; According to what the feeling commands, the vocation of each moment, an à la carte landscape can emerge. There are no limitations. Perverse, Lara knows that the apparently traditional landscape is never the landscape, in the direction of the outside, but a dive into the interiority of the human, just as Andrei Tarkovski managed to speak of the subject as never before only when he went to the sidereal atmospheres of science fiction.
In some way, the landscapes are then portraits in Lara. Demonstrations are set up, confused and lost in the audacity of a creator who uses the media and conventions as resources that are never definitive or closed in on themselves. (Rufo Caballero, 2009)

 

A partir del año 99, Lara hace con el paisaje lo que le venga en gana y quizás por esa fecha comienza a ganarse el mito de “el paisajista de Centro Habana”. No lo tiene mal ganado si recordamos que Lara encara el paisaje como una revisión disipada de la Historia del arte: a veces desde un puntillismo impresionista, en ocasiones desde el posimpresionismo cezanneano, en oportunidades desde la poética expresionista, por momentos desde el informalismo o desde las ganancias de la abstracción geométrica; según mande el sentimiento, la vocación de cada instante, puede surgir un paisaje a la carta. No hay limitaciones. Perverso, conoce Lara que el paisaje aparentemente tradicional no es nunca el paisaje, en la dirección del afuera, sino un buceo en la interioridad de lo humano, así como lograba Andrei Tarkovski hablar del sujeto como nunca sólo cuando se iba a las atmósferas siderales de la ciencia ficción.

De alguna manera, los paisajes son entonces retratos en Lara. Las manifestaciones se montan, se confunden y se pierden en la desfachatez de un creador que usa los medios y las convenciones como recursos nunca definitivos o cerrados en sí mismos.  (Rufo Caballero, 2009)