por: Alberto Marrero
foto:Glaskystudio
Los más recientes libros del poeta y artista de la plástica Jesús Lara Sotelo tienen la impronta de un oficio cada vez más acendrado. Desde la publicación de su excelente cuaderno Lebensraum, sobre el cual escribí un breve prólogo traducido al inglés por el poeta Omar Pérez y la antología personal que recoge casi veinte años de su quehacer poético, no ha llovido mucho y ya parece haber tomado un segundo aire que le ha permitido engendrar otras ocho colecciones de poemas más, las que sumadas a las anteriores arrojan la sorprendente cifra de cuarenta. Por tanto, estamos en presencia de un poeta prolífico. La palabra puede originar suspicacia (los incrédulos sobran, en especial cuando se trata del esfuerzo de otro), pero ser prolífico no es un defecto cuando la calidad predomina. Ser prolífico con eficacia es sinónimo de talento y constancia, dos atributos que no siempre van de la mano.
A continuación comentaré sucintamente estos cuadernos sin atenerme al orden cronológico en que fueron escritos. Baste decir que todos son del año en curso, otra prueba de la feracidad de esta autor que parece tener tiempo para todo, incluso para correr largas distancias antes de la salida del sol, golpear un saco de boxeo e inmediatamente ponerse a escribir o a pintar.
Poemas capitales
No deja de asombrarme la capacidad de ver el mundo como una gran red de imágenes conectadas. Todo parece ser asociable en este libro que pretende la dureza casi por antonomasia, que no respeta límites y vira bocabajo los escenarios más disímiles. Lara te lleva a hacer añicos la ortodoxia, los recelos doctrinales, los cánones obcecados. Tinto en sangre se emerge de estos poemas y uno agradece la aventura de ser otro, aunque sea por corto tiempo. Poemas capitales es eso: un mundo trepidante del que se sale iluminado por la sangre de la poesía. Y digo sangre como si dijera agua, espuma, viento, lluvia, ciudad, piedra, sexo, hambre, guerras, Internet, música, filosofía, paradoja, vida. De un mundo tan complejo no se sale ileso.
Poemas en Berlín
Escrito en su teléfono celular durante una visita a Berlín, el poeta recoge sus impresiones de calles, museos, plazas, monumentos, árboles, ríos, etc. Nada escapa a su mirada, ora incisiva, ora de un lirismo sin excesos. De la mano de amigas o amante, recorre la ciudad proyectando su subjetividad en las cosas, viendo en las cosas y en las caras de apacibles transeúntes o emigrantes. Libro de viaje pero también de revelaciones que no dejarán indiferente al lector.
Causas pendientes
Una vez más el juego de la antropofagia, la certeza de que no hay certezas, la insumisión. Apunto estos rasgos de la poética de Jesús Lara Sotelo a sabiendas de que son incompletos. Penetrar los entresijos de la poesía es casi un acto que nos rebasa. Yo que me muevo en esa zona de ingravidez, entreveo que cualquier exégesis solo atiza el desconcierto. Pero supongamos que aterrizo y doy en el centro de la diana o cercana a ella. Cuando digo antropofagia no lo hago en el sentido literal de la palabra, sino pensando en la capacidad de Lara para extraer imágenes extraordinarias de sus vísceras, de su propia carne que parece masticar sin pudor. ¿Poesía confesional? ¿Poesía que, como ciertas criaturas, se alimentan de su cuerpo en tiempos de hambruna? Tal vez. Cuando menciono la ausencia de certezas huele a tópico, pero ojo: puede llevarnos a otras maneras de entender el valor de la incertidumbre; por tanto deja de ser un lugar común. La insumisión es quizás el rostro más perentorio de la obra poética de este autor. Un rostro que se rebela contra las obediencias y las falsas ordenanzas.
Causas pendientes es un término de la jurisprudencia del que Lara se apropia para hablarnos de asuntos con los cuales se siente en deuda. Quizás el poema más revelador del conjunto sea Sobre la plenitud, donde expresa: Nada es completo. El amor nunca transformó completamente el mundo. Libro breve, preciso, con intensidad y lucidez arrolladoras. Cualquier lector sagaz podrá notar que detrás de la ironía o el desgarramiento hay una voz que conoce el oficio del verso y, sobre todo, que no miente. ¿Qué más hace falta decir?
Todo se va 
De nuevo el movimiento perenne, el deambular por una única tierra dividida, amenazada, sangrante. Estos poemas no se detienen en ningún sitio por mucho tiempo. No pernoctan en hostales de paso. Parecen escritos sobre la marcha por un viajero omnisciente, por un peregrino recalcitrante. Esa es la sensación que me produce Todo se va en consonancia con lo que acabo de decir sobre la movilidad casi agresiva del poeta. Una respuesta podría ser, a mi juicio, el aforismo de Roger Munier (un poeta que ambos veneramos) cuando dice: Nada es alcanzado en la historia. Todo no está sino infinitamente a punto de serlo. El tiempo es el lugar del casi.
El lector se enfrentará a una suerte de don de la ubicuidad que Lara experimenta con meridiana energía. El estilo sentencioso y cierto afán ensayístico se interponen, o mejor, se yuxtaponen al despliegue lírico de otros cuadernos. Hay ciertos críticos que opinan que la poesía no es el género idóneo para el ejercicio del pensamiento. Estos poemas demuestran lo contrario y saltan como cataratas, invaden mares, desiertos, bosques, calles de aquí y de allá. Todo es una sola tierra rota, despedazada. La idea cobra cuerpo en el último poema del libro titulado Hombre a la deriva.
En este bosque húmedo de la mítica Gondwana soy una ínfima parte del todo, o quizás llevo en mí el espíritu de todo, de aquella enorme Pangea que otrora fuimos antes de la fatal escisión.
Libro de desasosiegos por el mundo que habitamos, conjugadas sabiamente con el interior del ser atormentado, temerario y a veces inconsolable que somos al mismo tiempo. El hecho de que nada permanece no es noticia, pero nos sigue alarmando como hace miles de años atrás.
Theatro Mundi
Poemarios como Theatro Mundi nacen para ser leídos oblicuamente. Una lectura frontal sería siempre infructuosa, por no decir imposible. El poeta sabe que la fuerza de la poesía radica en el poder contagioso de la imagen, en sus múltiples ramificaciones. Lo he recalcado en otras oportunidades: leer a este autor tiene sus riesgos que oscilan entre el más profundo desconcierto y la epifanía. Y cuando digo desconcierto me refiero a su habilidad para golpearte en el mentón y dejarte por momentos obseso, estupefacto, sin asidero, cuando de pronto un verso te revela la clave, la contraseña y entonces sucede el milagro de la iluminación.
El mundo visto como un gran teatro donde todo sucede, parece ser el sentido de esta nueva propuesta de Lara, cuyo proceso creativo es imparable, casi obsesivo. ¿De dónde saca tantas ideas? ¿Qué lo impulsa hacia los escenarios más recónditos? La respuesta podría estar en el poema que cierra el cuaderno.
Los grandes juegos públicos 
Conjeturo que este nuevo poemario no es ajeno a la Teoría de juegos o a la Geometría fractal, dos conceptos del campo de la ciencia que se avienen muy bien para intuir lo que el poeta se propone. Me explico: al leer Los grandes juegos públicos reconozco el conflicto de intereses, el deseo de hallar opciones óptimas (aunque conduzcan a la derrota), las estrategia de vivir como en una perenne contienda, el resultado anhelado o no, y muchos otros elementos de la Teoría de juegos del matemático estadunidense de origen húngaro John von Neumann. El poema que da título al libro lo expresa con claridad (aparente, por supuesto, porque el poeta nunca vira sus cartas sin ofrecer resistencia). Léase:
Estos son los grandes juegos públicos:
el conflicto que nos viene de adentro,
el movimiento que se puede calcular,
la estrategia de infinitas opciones,
las reglas que se fijan y a veces se burlan,
la ganancia final.
Lo fractal se me ocurre a partir de que cada poema puede ser visto como una réplica del conjunto a menor escala, incluso de toda su obra, sin que ello signifique un mero y constante reciclaje como sucede a veces con otros autores.
Que yo haya vislumbrado estas singularidades no implica que deban ser aceptadas mansamente. Lara no es un autor que pueda leerse desde la inocencia ni desde la certeza. Si algo no abunda en estos poemas son precisamente la inocencia y la certeza. Por lo demás, advierto a los lectores que el juego en que se verán envueltos tendrá, de seguro, más de un ganador: la poesía y ustedes mismos.
Subasta
Treinta y seis poemas breves integran Subasta, un libro que desde el mismo título resulta enigmático. ¿De qué puja nos habla el poeta? ¿Acaso intenta meternos en un debate entre la salvación y la muerte, entre la desidia y las acciones para contrarrestarla, entre la especulación y lo real? El planeta se nos va; el planeta que habitamos se descompone con oleadas de frío, calor, inundaciones, contagios. Nada permanece y la lógica se altera. De los granos nacen lagartos, dice en el poema 3. Jesús Lara Sotelo escribe sin inhibiciones. No se avergüenza del pesimismo ni del optimismo, del sarcasmo ni del lirismo más excelso. Para él todos los sentimientos son armas virtuosas que se esgrimen, salidas hacia estepas que se fracturan una y otra vez. Crítico mordaz, escribe desde una sinceridad desgarradora y no le importa si se equivoca o no, si a alguien le cuadra o no lo que subraya. Léase en el poema 14:
He buscado
en el vientre del país
planes futuros.
Mi destino no me satisface.
¿Cómo hallarlo?
Estos poemas rompen con su acostumbrado desbordamiento. Aquí prevalece la síntesis, la palabra exacta, la búsqueda de esencias. Por momentos roza levemente el lejano espíritu del haiku. Mantienen sin embargo su habitual indagación de raigambre filosófica, sus perennes preocupaciones existenciales, ya sean metafísicas o de un hondo materialismo.
La brevedad del cuaderno obliga a una pausada lectura. Nada de apuros. Recomiendo detenerse en cada poema y pensar. La subasta comienza precisamente cuando el lector asuma su papel en la puja por alcanzar un escalón al precio elevado de la poesía.
Third Grade
Para captar los mensajes subliminales de Third Grade, se necesita una buena dosis no de paciencia, como suele decirse, sino de celo, o más bien de rigor durante la lectura. Lo he dicho en otras ocasiones: Lara no es un escritor que regale imágenes por gusto, que derrame palabras como brochazos en un lienzo. Su poder de asociación rebasa las conexiones habituales de las cosas y nos pone en otro grado de cordura. No se aferra a sitio alguno y ahora lo vemos aquí y luego allá, en ciudades muchas veces fantasmales, arrasadas por la desidia humana, sin importarle lógicas de movimiento o de paisaje. Nada de localismos y folklorismos banales. Para él todo es un mismo lugar: la tierra con sus conflictos, desgarraduras, esperanzas y paradojas infernales. Manipula el tiempo y el espacio a su antojo. Cualquier idea le sirve para engendrar otras más atrevidas, aunque puedan parecer absurdas. El lector inteligente comprenderá que su capacidad para construir puentes peatonales es asombrosa.
¿Ascender al tercer grado es un juego o un examen terrible? Descífrelo usted mismo.
Pygophilia
Los nexos entre la sexualidad del hombre y su vida política y social, es la clave para comprender este nuevo libro del poeta Jesús Lara Sotelo. Poemas de un fuerte erotismo son a la vez un campo de meditación sobre la naturaleza humana y sus laberintos. Una lectura superficial podría conducirnos por los trillados caminos del sicoanálisis, o a la creencia de que el poeta magnifica, sobrevalora la actividad sexual por encima de otras. A mí me perece totalmente lo contrario. Yo pienso que Lara desacraliza el sexo, lo pone en su justo lugar e incluso hasta se burla un poco de sí mismo y de las moralinas trasnochadas de la sociedad. Desde el título se anuncia que lo que van a leer es obsesión, pero también una sutil indagación en el espíritu. Todo se funde en estos textos cuya ambigüedad radica en que el discurso erótico se ramifica hacia disímiles asuntos de orden filosófico, político, histórico y social y viceversa. No hace falta una gran lucidez para ver en las páginas de este cuaderno lo que acabo de afirmar. Escritos con valentía y rigor poético, estos textos vienen a redondear lo que ya sabemos: Lara es un poeta inagotable que no para de sorprendernos.
Hasta aquí mis comentarios, fruto del conocimiento o de la cercanía que tengo con este autor. Los verdaderos críticos podrán refutar, o en el mejor de los casos completar mis consideraciones, que no son otra cosa que la opinión contaminada de otro poeta en franco contubernio con la poesía y con el amigo, ¿por que no?