Texto: Elisa Alvarez Delgado
Fotos: Edel López y G.Blasky Studio
Según palabras del poeta y escritor Jesús David Curbelo, la buena crítica debe tener tanto de objetividad como de ficción, de arte como de ciencia. El punto exacto en el que ocurre esa mixtura de territorios, de disciplinas y de fabulaciones, puede verse aplicado en más de un epicentro cognoscitivo en los libros de Jesús Lara Sotelo, cuando hereda de los grandes maestros el sustrato crítico-literario, al tiempo que prescinde de todo rastro de vecindad poética.
Son notables las cercanías, mas, no las proximidades. El hilo bien atado al que refiere la ensayista Cira Romero tiene que ver con un elemento de enlace que a escala macro conecta al poeta con la tradición literaria cubana y universal –a fin de cuentas, el arte se sirve de todos los medios y recursos posibles para sus indagaciones-, y a nivel micro con los resortes de su propia obra. Este sentido del enlace, de la conjunción y de la concatenación simbólica acentúa y resume la voluntad de desembarazo que termina por definir la imagen traslaticia de su quehacer. El autor es ante todo alguien que tiene algo que decir, desde y por sí mismo, reafirmando el análisis de la poeta Marilyn Bobes cuando advierte su sagaz observación de todo lo que le rodea.
Esta cuestión redimensiona al ente de creación como sujeto de indagación y las influencias extraartísticas irán tomando un corpus de envergadura artística, en la medida en que se vaya desnudando la realidad de sus ropajes aparenciales, a decir del escritor Alberto Garrandés: como un sistema…lejos de la inmovilidad.
La voz del autor está como en casa: grafía un mundo en el cual habita, participa, recorre y escudriña completamente. Por eso quizás, Francisco López Sacha asegura que en la poesía de Sotelo el núcleo central está dado al concepto del dolor. Todo lo cual, en lugar de darnos el orden y la conexión, nos da los giros, las actitudes, las gradaciones del pensamiento como una línea curva que serpentea y origina los más exquisitos rodeos.
Al sentir común, los libros publicados de Jesús Lara Sotelo dominan el mundo de las apariencias sensibles, las ordenan en dependencia de una intención artística consciente para luego ser recolocadas en la red del lenguaje escrito. Porque no es común encontrarnos con un autor –vivo- que llene de sangre viva los caracteres de la literatura y reoxigene sus presupuestos desde un accionar pletórico de veracidad. Siendo así, el concepto de la buena crítica de J.D. Curbelo se extiende en Lara urdido por un sentimiento sincero, entre formas antiguas y modernas nacidas de la sagacidad que llega por el camino reflexivo.
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