Nota del editor
Petricor es el nombre que recibe el olor que produce la lluvia al caer sobre suelos secos. El nombre se deriva de dos palabras griegas petros que significa piedra, e ikhôr que es el líquido que fluye por las venas de los dioses en la mitología griega. Se define como “el distintivo aroma que acompaña a la primera lluvia luego de un largo período de sequía”.
Este nuevo cuaderno de Jesús Lara Sotelo parece un diario sentimental de viaje, donde el poeta se mueve libremente hacia los cuatro puntos cardinales. Londres, París, Ámsterdam, Padua, Machu Picchu, Berlín, La Habana y otras ciudades le sirven de escenario para hablar del olor y su correspondencia con la condición humana. Dialoga casi todo el tiempo con una amante que, ora disiente, ora concuerda con él en locaciones disímiles, casi siempre en medio o luego del fragor del sexo. Este último matiza el poemario, le otorga una anchura especulativa que lo humaniza y atrapa al lector más exigente.
La singularidad de este volumen, escrito con lenguaje inhabitualmente sobrio y, por momentos, de gran densidad metafórica, es que hay que leerlo en su conjunto para captar sus múltiples esencias. Ningún poema por separado nos facilita una visión completa. Solo la lectura progresiva nos lleva a un sitio que en realidad no es ninguno, o quizás una ilusoria tienda de perfumes que el poeta menciona solo al final del libro. Y como bien dice el autor en el poema 66, Petricor no es una metáfora… El Petricor siempre rompe la fijeza de las sentencias.
Alberto Marrero, julio de 2018