Por Alberto Marrero
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El lenguaje de la música puede ser tan convincente o ambiguo como las palabras (estoy seguro de que en los albores de la humanidad nacieron juntas, alrededor de una hoguera). La vida tiene sentido a partir de la búsqueda sensible. Sin ella la conciencia del hombre divaga, se pierde. Todo verdadero artista experimenta con los recursos que le han sido dados como una necesidad de vida o muerte; examina con lucidez y veces con ternura feroz, crea como salvación. Pero la búsqueda de un espacio vital es siempre dramática y jamás lineal. Lo sabe el maestro Frank Fernández como músico y como hombre. Por eso la obra literaria y pictórica de su amigo Jesús Lara Sotelo lo espolea y le arranca sonidos que también son una búsqueda. No hay nada en este mundo que no sea el resultado de una afanosa exploración, de una mente y una lengua insumisas. He ahí lo que infiero después de escuchar los acordes de un piano inquieto, perturbador, tocado (por qué no) con las manos de la desesperación que a veces nos envuelve a todos.
Alberto Marrero