por; Yanet González Portal
foto: Adrián Garrido
Bien sabe Lara que las ondulaciones de la vida pasan sobre ellas como las olas sobre el arrecife y que a veces sobrepasan el muro de la ciudad. Luego vienen la calma, la sequía, y los peces. Lara sabe que Todo se va, y así concluye en el título de su siguiente poemario, que, a decir de Alberto Marrero, tiene su mayor relevancia en demostrar otra vez la capacidad del poeta para ‘moverse agresivamente’: «estos poemas no se detienen en ningún sitio por mucho tiempo. No pernoctan en hostales de paso. Parecen escritos sobre la marcha por un viajero omnisciente, por un peregrino recalcitrante»[i].
Trashumante de mundos, Lara regresa sobre su línea de describir ecuménicamente, con ese ojo atento y sencillo como «un hombre a la deriva, en cualquier continente, oyendo música de cualquier continente», que describe en el poema Hombre a la deriva, donde además advierte: «soy una ínfima parte del todo, o quizás llevo en mí el espíritu de todo».
Poemas que engrandecen Todo se va son el que dedica a la prematura muerte del poeta y realizador cubano Pedro López Cerviño (La Habana 1955-2017) «Mi amigo se fue en una hoja caída de un árbol. No esperó por nadie y se fue sin hacer ruido», y otro que bien parece una declaratoria de principios: (…) «A mí hay que matarme con buenos esbirros. De lo contrario, huyan. Huyan de mí cuando profanen mis límites. Es una advertencia».
El trazado antropológico de lo escrito por Lara en las últimas décadas alcanza su mayor extensión cuando el poeta acude a diversas sapiencias, lugares, noticias emitidas por cadenas informativas y hasta las confesiones de un condenado para esbozar aquello que se deja ir, o que simplemente ‘desaparece’ «como un plagio colectivo con melodías que no sobreviven a la mañana siguiente» o como «los charcos [que] se mueren bajo el sol y nadie se entera».
Este trazado que tiene un objeto primordial de estudio que es el hombre, está ineludible y certero en cada uno de los siguientes poemarios de Lara: Los grandes juegos públicos, Theatro Mundi y El arte del fracaso.
La poeta Marilyn Bobes, luego de la lectura de este último proyecta una idea que también puede asociarse a los libros que lo preceden: «entre los muchos Lara en los que suele disociarse el poeta, nos advierte de esa vocación para eludir todas las trampas que la llamada adaptación simula en el sometimiento del ser humano a las normativas de su conducta social».
Si algo une a estos tres poemarios es la nostalgia de libertad, es esa elusión a lo masivo, a los timos mediáticos y de poder y la escenificación de la vida. Los juegos públicos que Lara enuncia (y la manera de hacerlo: versos lapidarios, libres, y alineados de manera no convencional) parten de algunas de las asociaciones más atrevidas del poeta.
Le es posible lisonjear a Melania Trump en boca de Silvio Berlusconi (sin temor a las cosas sencillas y fáciles de obviar de lo poético, como estas: «Hablar con libertad de sagacidades férreas / me ayuda a reconciliarme con los gatos…» o «La llegada de los alienígenas y su intellegentĭa / se espera / como otra gran saga de la historia del cine»).
Lo público es también aquí un vínculo directo con el hablante, las metáforas apuntan a simplezas no de una manera peyorativa, sino que alcanzan al lector común, al vecino que vive rodeado de gatos o al vendedor ambulante. A fin de cuentas, este libro parte también de su cotidianidad, de los noticieros que no prefieren ver, y de las novelas que no acaban.
Esa relación actante del lector con el poeta y el propio verso está de manera más fehaciente en Theatro mundi.
Poemarios como este —afirma Alberto Marrero en su Nota del editor: El teatro del mundo—«nacen para ser leídos oblicuamente. Una lectura frontal sería siempre infructuosa, por no decir imposible. El poeta Jesús Lara Sotelo sabe que la fuerza de la poesía radica en el poder contagioso de la imagen, en sus múltiples ramificaciones».
El poeta que actúa en el teatro del mundo que aquí se presenta, adquiere habilidades que le permiten la sobrevivencia al menos de la contaminación, con ideas, posturas u saberes compartidos del mundo contemporáneo. En el poema Perfume nos dice: «Perfumo el dinero en un intento de huir de las cavernas oscuras, o simplemente para que no apeste en las manos de mi hija».
Esta actitud de sobreviviente alternativo, sumado al saber filosófico y otros conocimientos que tiene el autor, crea siempre una ‘oposición’ del sujeto lírico a las situaciones adversas, especialmente de pensamiento. Este rasgo es distintivo de la poética de Lara desde las páginas de ¿Quién eres tú, God de Magod? hasta Amaranto, Train surfing (Irla II), Lebensraum, Los pájaros de Hitchcock, Los grandes juegos públicos y sus posteriores La subasta y Third grade (interrogations) [Interrogatorio de Tercer Grado].
En esta ‘oposición’ que también está acompañada del activismo social indirecto que le adjudica Garrandés, crea una obra en la que expresa la denuncia, el cual es quizás el rasgo que es visto como pesimismo en su obra, pero que al final, lo convierte en un retratista ‘del hombre postmoderno’, como advierte la poeta cubana Marilyn Bobes: “padece la angustia del hombre inmerso en la postmodernidad y sin embargo la rechaza y la toma cono instrumento de conocimiento de sí mismo y de los demás”[ii].
Quizás es en el poema Palabras, en el que el autor nos revele su ‘método’ para la profusión de ideas y esa ‘prevención’ que subyace en toda su obra: «Guardo palabras para cuando escaseen las frases que expresen el aliento impenetrable de las cosas».
La subasta, el siguiente libro escrito por Jesús Lara en este año 2017, representa posiblemente esa protección léxica que el autor resalta. Con un verso breve, de estilo directo y un valor más poético, con alegorías acaso más hermosas y en el que todo está dicho de manera precisa. En la selección de algunos de sus versos, podemos confirmar que esa palabra es por tanto mucho más fuerte:
«Me fue dado el raro poder/ de abrir un pasto / en la llameante boca del sol. (…) La represión es un bosque/ donde / agotar al hombre extraviado (…) Esta mañana el espejo esconde / mis rodillas, / cómo voy a viajar sin las rodillas, / será que ha comenzado ya / la subasta de mis huesos».
Si hay alguna línea formal que enlaza este libro, con la anterior producción de Lara Sotelo es sin duda, la de la escritura de aforismos. Es que, al leer las páginas de La subasta aparecen el aserto, la conclusión. Considero que cualquiera de los aforismos escritos por él pueden incluirse aquí a modo de verso por ejemplo estos: «Cuando quiero no dormir, busco lo que he hecho desinteresadamente por mi enemigo» o, «el hombre no clasificado es una provocación», ambos recogidos en su libro Mitología del extremo, publicado en Barcelona, en el año 2009.
Los asiduos lectores que ha ganado ya la poesía de Lara, hallarán en ambas manifestaciones o ambos libros, otros puntos de encuentro, también con su obra visual, especialmente la abstracta, performática y en la fotografía. Este libro contiene mucho de experimentación, no de manera formal, como abunda en la poesía cubana actual, sino en los significantes de una mirada ‘tropológica’ u ‘oblicua’ que ya han descrito ampliamente en las valoraciones críticas aquí citadas Alberto Marrero, Marilyn Bobes o Alberto Garrandés.
Notas:
[i] Marrero, Alberto (2017) Un peregrino recalcitrante. Palabras introductorias al libro Todo se va, de Jesús Lara Sotelo. La Habana, 1ro de junio.
[ii] Entrevista realizada a Marilyn Bobes para documental Lebensraum, estrenado el 16 de septiembre de 2016, en la Sala Caracol de la UNEAC. La Habana.
YANET GONZÁLEZ PORTAL. Periodista. Ha publicado trabajos periodísticos en el semanario Trabajadores, en Cuba sí y en la emisora Radio Ciudad del Mar.