por: Yanet González Portal
foto: Adrián Garrido
Al hablar del ecumenismo, es imposible no ubicarlo como una ‘cualidad’ perenne en el ejercicio poético de Jesús Lara. La relación del hombre con la tierra, sus espacios, lugares, presencias cercanas o no, etc., tiene una línea bien establecida en varios de sus libros y que pudo iniciarse con Trece cebras bajo la llovizna (2015). Quizás este poemario (en el que hemos ubicado el comienzo de una extensa producción literaria e ininterrumpida del autor, que llega hasta la segunda mitad del año 2017) Lara derrama una variedad de singulares saberes sobre el mundo.
Como pintor y artista visual de reconocimiento, ha viajado por distintos continentes, visitado ciudades, museos, parques, maravillas de la construcción del mundo antiguo y moderno. Además, conocido y estudiado la historia cultural y filosófica como fuente de su propia esencia creativa. Ese conocer no quedó relegado de su fotografía, performance o videoartes y tampoco de su poesía.
Si ecuménico es también un concepto asociado a la geografía humana, entonces, el siguiente libro de la obra de Lara que sigue esa línea es Lebensraum (este término entendido como espacio vital, fue desarrollado por el geógrafo alemán Friedrich Ratzel, conocido por sus estudios entre otros temas, sobre el espacio humanizado.)
Además, podemos ubicar Train surfing (Irla II) donde aparece La Habana como epicentro del país en que nació y vive el poeta; pasando por Deshielo del ático y los siguientes Kroni y la reencarnación en los espejos (2016) y Poemas de Berlín (2017).
¿Quién es y qué representa Kroni? (deidad asociada al mal en la tradición hindú) ¿qué reencarna?: ¿el mal, o al hombre despierto a su desnudez delante de un espejo? Lo cierto es que este es un volumen de consumaciones.
La primera es la del lenguaje: nítido a pesar de describir imágenes abruptas, muchas vistas como tabú en la construcción poética. Y la segunda, la de una relación generacional y creativa con el narrador, crítico y poeta Alberto Garrandés, quien superpone relevantes ‘intermedios’ en el discurso de Lara en este libro[i].
Ambos discurren en palabras sobre la ciudad, las estrechas calles de un mercado, segregación sexual, dominación, y, un erotismo poetizado que funciona aquí como un dios maligno que mueve sus hilos sobre las composiciones.
«La práctica de derramar el semen eyaculado de una boca a otra es habitual para algunas especies de ángeles y no es restrictiva. — dice Lara, […] Como dos peces trocados, viceversos, digo yo, y sumerjo mi boca en su sexo, antes de que el Sol desaparezca de la galaxia»— escribe Garrandés.
Las líneas yuxtapuestas fundan un discurso que provoca sensaciones vitales, cotidianas, y que en un poeta como Lara Sotelo conducen siempre a una forma nueva para decir ideas nuevas.
En ese afán del poeta de mirar todo lugar como si en él mirara al mundo parece escrito su siguiente libro Poemas de Berlín, a cuyo título le sigue una especie de aclaración: (escritos en el teléfono móvil).
«Una breve estancia en Berlín ha sido suficiente para que el poeta Jesús Lara Sotelo escribiera en su teléfono móvil uno de sus libros más auténticos y concentrados». — Así comienza su prólogo[ii] al cuaderno inédito Poemas de Berlín, la periodista, poeta y narradora cubana Marilyn Bobes.
En este texto el autor está representado él mismo, no en la sombra de una máscara o de una historia paralela a su vida. Es él, de frente (otra vez) a su comprensión del mundo en todo lugar y ante toda vivencia. Este es un libro atemporal, que como valora la investigadora de la literatura cubana Cira Romero «goza de una contextualización espacial determinada, presente en la mayoría de los textos, pero, a la vez, está compuesto por porciones nada despreciables de su propio ser.»[iii]
Entonces es el poeta ese “paseante detenido en sí mismo” que no necesita estar en un lugar preciso para lanzar su «puñado de metáforas», ni dialogar con las posibilidades y las decisiones de todo humano ante la vida, o la pérdida de la vida, como expresa en el número 14.
«En Berlín no hay grandes rascacielos como en Manhattan, me digo detrás de una cerveza negra. Mi papel en el mundo se me ha dado bien, pero no sé hasta cuándo. El precio del triunfo suele ser elevado como una cabeza desprendiéndose de su cuerpo y, aunque no haya sangre, la conmoción prevalece. Las certezas nunca son tan estratégicas como la ingratitud y el invierno. En Berlín no hay grandes rascacielos como en Manhattan, pero uno puede tirarse desde otras alturas y planear como un halcón espantado».
Este cuaderno no posee una ‘densidad de texturas y contenidos’ como la que hasta ahora nos tenía acostumbrados el poeta, y esto puede ubicarlo como un libro menor, en el cuadro de su literatura. Sin embargo, la densidad de este libro está en no perecer ante el deslumbramiento del visitante, y lograr metáforas que respondan a otra manera de mirar una ciudad, donde, el mirar la ciudad, funciona por ende como un mirarse a sí mismo.
Como advierte Marilyn Bobes en este libro Lara Sotelo logra «metáforas que llegarán a la conciencia de cualquier lector, por la autenticidad con que han sido construidas por un artista que no cesa de armar y rearmar lo que ya constituye una de las obras más sólidas de la poesía cubana contemporánea».
Si algo deja en claro Poemas de Berlín es que, como afirma Cira Romero «Lara no es, por naturaleza, un hombre de común manera de ser», ya se encuentre en Berlín, La Habana o Barcelona. Lara siempre apuesta por decir lo que es parte de su interés creativo y saldar, con lo escrito, las ‘deudas de superación cotidianas’, que conforman toda su poesía.
Acaso sobre esas deudas escribe el poeta otro libro, fechado también en 2017 que provocó las siguientes palabras de Cira Romero:
«Confío más en aquellos artistas —escritores— que entronizan sus obras, sin aprensión ni miedo, sin sospecha y sin debilidad, en la experiencia vital que los acompañó y acompaña, tentativa que ha venido caracterizando la obra del poeta y pintor Jesús Lara Sotelo, quien emergiendo desde pareceres diversos ha consolidado una obra lírica que tal parece que, con la última culminada, nos está diciendo: «quizás mañana muera, sostengan por mí este libro».
Qué intuye Cira en el poemario Causas pendientes que lo considera un patrimonio invaluable dentro de la obra del pintor-poeta. Con “un título presagioso”, los poemas tienen una armonía de contenido y de forma que inunda la comprensión del lector en cada uno de los temas.
Siempre en prosas (o el ejercicio fragmentario que enuncia Garrandés en su poesía) este libro habla especialmente de la insumisión. Para Alberto Marrero, su editor, esa indocilidad poética “es quizás el rostro más perentorio de la obra poética de Lara. Un rostro que se rebela contra las obediencias, los cánones, las ordenanzas”[iv].
«Hoy he quemado a los hombres que llevo dentro para quedarme a solas / Todavía me divierte el humo de sus gritos, el perfume de la piel chamuscada. / La soledad me divierte, pero ¿valía la pena quemar a los hombres que soy, a todos los que he sido y seré para quedarme simplemente a solas?
[…]
En mí todo puede ser poesía, incluso campos devastados, fotos del futuro. Con cada pincelada me extiendo. Mi ambición no daña. Duermo con la boca ahíta de colores.
Así, Marrero describe el libro como una especie de antropofagia poética que radica en «la capacidad de Lara para extraer imágenes extraordinarias de sus vísceras, de su propia carne que parece masticar sin pudor».
Aquí existen por ende las ‘causas pendientes’ del artista, del padre, del hijo, del asmático… disímiles sospechas y conclusiones que permiten esbozar con una mayor certeza su estilo porque, con Causas pendientes —concluye Cira— el motor creativo de Lara encuentra, sin confusión y sin mezcla, un camino atravesado por senderos: al camino lo llamo la señal, mientras que a los senderos los identifico con su pensar. Entre una y otros está lo mejor de su obra: la diferencia, el distingo, como diría Montaigne»[v].
En este libro es en el que el autor enuncia el acto de escribir “como una costumbre de dejar por escrito todo lo que me [le] pasa”. Es también el libro donde describe “la ráfaga que salva, al menos por un tiempo”, la postura insomne del poeta cuando dice “Mis enemigos han muerto, pero me mantengo alerta” y que aprende a convivir sin amor en la soledad porque “El amor nunca transformó completamente el mundo”.
Es seguro que Causas pendientes pueda integrar otro texto renovador y decisivo en su poesía como lo es su siguiente Poemas capitales.
Para el poeta que rebasa ya el cuarto de siglo de escrituras, que ha compilado en dos volúmenes su poesía (El laberinto ante mí, publicada por Colección sur editores en 2017; y La vaguedad y otros problemas, aún inédita) que comparte páginas en otras antologías y con la poeta Lina de Feria, en el cuaderno A dos manos, y más recientemente con Alberto Garrandés en el inédito Kroni y la reencarnación de los espejos, ¿es este un tiempo propicio para adjudicarle una ‘poesía capital’?
En su prólogo Jesús Lara Sotelo: La verdad de las mandarinas, Garrandés responde: «Los Poemas capitales ensayan una aproximación (…) más prudentemente temeraria a ese mismo paisaje que los libros anteriores de Lara han venido dibujando a lo largo de los años (…) A medida que discurren hacia el presente, la intensidad de la percepción que proponen se hace más y más rotunda».
Decididamente lo que convierte en imprescindibles a estos poemas es esa ‘intensidad de la percepción’ y es ese aguzamiento de sentidos, de posibilidades creativas lo que conceptúa la creación del ahora de Lara Sotelo. El peso radica entonces en el hoy. Si en literatura se habla de un ayer de letras, los Poemas capitales de Lara Sotelo pueden entenderse como un hoy de letras, de incontables palabras que dicen siempre demasiado y siempre lo preciso.
Tanto en este como en otros de sus libros, el poeta descarta la posibilidad de anegarse en la sumisión de las masas y la inamovilidad como reza en los poemas Simulacros y otras tormentas y Mandarinas:
«En los últimos años me he acostumbrado a pensar en off como las virutas de las generaciones, como un mundo obscurecido por los subterfugios y días festivos».
(…)
«Por ahí andan mis mandarinas como símbolo de insumisión. En entrevistas he dicho que yo amo las mandarinas y las metáforas desde niño. Solo eso».
Ambos poemarios (Causas pendientes y Poemas capitales) podrían anticipar la exposición personal y retrospectiva que Lara Sotelo prepara para el mes de septiembre de 2017 en el Centro Provincial de las Artes Visuales y Diseño, ubicado en las calles Luz y Oficios del centro histórico de La Habana.
Cira Romero se aventura a enunciar esta posibilidad, cuando dice: «Acaso sería interesante una muestra de su poesía desplazada entre sus propias creaciones pictóricas. Estoy casi segura de que daría lugar a un collage impresionante donde lo no narrable encontraría otra sustancia al parangonarse con un texto suyo (…) Es su obra ya escrita y sus cuadros ya pintados, colocados en posición dialogante, y creo que no pocos de los Poemas capitales tienen ya respuestas en sus lienzos»[vi].
En otro momento relevante de su valoración crítica Cira Romero detecta un giro, un sesgo en la hechura poética de este libro que bien describe ese ‘hoy de letras’ en el periodo reciente de la obra de Lara que:
«no se muestra lírico en Poemas capitales, como sí en Lebensraum y otros libros anteriores y posteriores a este. ¿Ha dejado de creer en la lírica? No lo creo. Intuyo que ahora quizás atraviese por una nueva etapa de su obra, más de aliento directo sin abandonar la reflexión, más de radical dureza expresiva, hasta de convertirse casi en el propio enemigo de su voz más íntima (…) ahora nos entrega especies de visitaciones nacidas de lo más íntimo de su ser, consecuencias quizás de su anterior etapa creadora, algo más complaciente en imágenes metafóricamente muy bien logradas».
Sustentada en esta conclusión de la ejercitada lectura de Cira Romero, considero que Jesús Lara en esencia, es este poeta que aparece en los Poemas capitales, un poeta obsesionado con la belleza y toda posibilidad de representarla, un creador original que escribe siempre desde el dolor, o más bien, para alejarse de él, pero que en todo momento “sabe a dónde va”.
Lo cierto es que el tiempo ha pasado, una treintena de libros han pasado con él y en ellos, aparentemente la mayor carga de dolor que sostenía el poeta. No obstante, sus preocupaciones por las adversidades ubicuas, por «las nostalgias de Rimbaud sin piernas, sin boca, sin caderas» no cesarán ni en este libro, ni en sus posteriores.
Notas:
[i] Ya Lara Sotelo fue protagonista de una dupla literaria con la maestra y relevante poeta cubana Lina de Feria Barrios, publicado en el año 2016, por el sello de la Colección Sur editores, titulado Lina de Feria y Jesús Lara, A dos manos.
[ii] Bobes, Marilyn (2017) Jesús Lara Sotelo: de Berlín al autoconocimiento. Prólogo al libro Poemas de Berlín.
[iii] Romero, Cira (2017) EL GRIS AZULADO DE BERLÍN. Prólogo al cuaderno Poemas de Berlín. La Habana
24 Marrero, Alberto (2017) Nota del editor al poemario Causas Pendientes. La Habana
[v] Romero, Cira (2017) Crédito para las visiones. una lectura de Causas pendientes. Prólogo.
[vi] ROMERO, CIRA (2017) Prohibido para mediocres: Poemas capitales. Palabras de presentación para este libro. La Habana.
YANET GONZÁLEZ PORTAL. Periodista. Ha publicado trabajos periodísticos en el semanario Trabajadores, en Cuba sí y en la emisora Radio Ciudad del Mar.