Por: Pedro de Oráa
Fotos: G. Blasky Studio
Siempre que se unen dos o más artistas para exponer sus obras, la justificación de esa iniciativa es el grado de amistad entre ellos o la incidencia generacional que los aglutina. Pero si no animara este ensayo de confraternización una entrañable señal de convergencia estética, o al menos un cruce de intereses congeniales, la simple concurrencia empática o de coetaneidad no pasaría de ser un pretexto trivial. Creemos y trataremos de comprobar en los casos de Rogelio Rodríguez Cobas (Santiago de Cuba, 1925); Omar Godínez (La Habana, 1953) y Jesús Lara Sotelo (Ciudad de la Habana, 1972), que existen puntos de coexistencia ideo-estéticos suficientes para garantizar la identificación de sus presencias.

Configuración virtual para un gravaman. Técnica mixta sobre madera. Dimensiones variables. 2005-2008
Descartada la confluencia de la misma generación, pues se evidencia por sus datos de nacimiento que proceden de etapas distantes entre sí, se pretende un amplio cuadro sincronológico. La perspectiva de una factible afinidad conceptual de sus propuestas plásticas individuales se hace, sin embargo, mucho más atractiva para lograr esa especie de hipóstasis que resultaría de las pesquisas en el trío de artistas de sus ocultos vasos comunicantes. La posibilidad de una poética no perceptible en una lectura de superficie, que nos una y cohesione incluso para el salto al futuro de otros reencuentros.
De inmediato se revela en los tres una actitud inequívoca ante la materia del objeto que representa la vida cotidiana, la cultura del hábitat en la adaptación existencial del hombre como gestor de su propio destino civilizatorio y de supervivencia.
Las implicaciones sociales, religiosas y culturales de la realidad doméstica están dadas desde sus ópticas particulares y a un tiempo expresas de consumo.La escultura de Cobas, maderas ensambladas con piezas metálicas de extracción fabril -tornillos, pistones, ruedecillas…- pasan su primaria significación mito-religiosa y la inherente connotación erótica de sus formas, para entregarse como maquinarias carentes de función, pero portadoras de un aviso sin caducidad. La indisoluble conexión de la criatura humana con la naturaleza y con la de su propio cuerpo en la entrada a la era de la robótica y la digitalización.

Los sordos oirán. Tríptico. Mixta sobre tela y máscara de madera. 200x270cm. 2008
Para Godínez la dependencia del ente moderno con la era analógica no ha terminado, porque no han terminado las profundas diferencias dentro del estamento social y las excusiones de unas clases respecto de otras al acceso de las tecnologías de avanzada y a los bienes culturales. Las imágenes son de fuerte simbología en su obra pictórica: de cruda denuncia a la miseria, a la mentida libertad y al deterioro ambiental, traspuestas en esos objetos de rutina y del ménage habitacional. En estas pueden aparecer mesas y sillas desvencijadas, jarros y cafeteras sucias, puertas y paredes en penumbra: el caos y la sordidez de la realidad se agudiza por el acre dinamismo de las manchas de color y la indefinición formal. Godínez podría llevar esta pintura de los límites bidimensionales a los recursos de la instalación y su testimonio ganaría en vigor expresivo.
Lara, en cambio, incursiona libremente en la imagen plana y en la volumétrica. El objeto en su pintura no se reduce a la representación “cosística”. El objeto es ilimitado y expansivo porque se constituye en paisaje, que en su género de recurrencia temática el objeto es el paisaje. Sólo cuando aborda la escultura o la cerámica escultórica, Lara incorpora a la pieza, al igual que Cobas, elementos de diferentes materias con el propósito de enfatizar el argumento plástico.

Performance. Exposición Triple salto. 2008
En la obra tridimensional quiere mostrar la agresividad de lo versátil y numérico en la parafernalia habitual del ser urbano. Pero en la paisajística no quiere darnos una versión bucólica de la naturaleza: para él la relación hombre-naturaleza no es en absoluto contemplativa ni idealista; es tormentosa, laberíntica, dramática. El artista está vaticinando una permanente ruptura de esa relación en cuanto a la desenfrenada explotación por el hombre de la naturaleza, que amenaza tanto a su especie como al espacio en el que vive. Vemos un paisaje sin verdor, petrificándose inexorablemente; un paisaje más que nunca extrapolado al “estado de ánimo” en el cual se le ha caracterizado en el arte.
Este trío de artistas ha promovido con sus obras, sin proponérselo, un claro argumento de significación social con su triple salto, no al vacío, sino al porvenir inmediato.
20.VII.2008
Pedro de Oraá (La Habana, 1931) Poeta, narrador, ensayista, crítico de artes plásticas y pintor. Premio Nacional de Artes plásticas (2015).
*Texto incluido en el catálogo razonado Ascensión al Himalaya interior Vol. I (2008)
Referencias y enlaces a su obra:
http://www.lajiribilla.cu/abstractivos-poesia-visual
http://www.lajiribilla.cu/articulo/pedro-de-oraa-ni-pintor-ni-escritor-artista
http://www.granma.cu/cultura/2015-10-26/pedro-de-oraa-premio-nacional-de-artes-plasticas-2015