Texto: Elisa Álvarez Delgado
foto:G.Blaskystudio
Han pasado 30 años desde la primera exposición de Jesús Lara Sotelo (Me refiero al hombre, 1989) y quién sabe si celebrar aniversarios justo a fin de una década haya sido el resorte que le mueve a que siempre,por cada nuevo comienzo, proyecte en su obra un ardid diferente. Porque de eso se trata, de comienzos, de un resurgir constante que va desandando terrenos, explorando otros, como un ciclo, pero sin fin.
Probablemente haya sido la abstracción la que marcó este pulso dentro dela iconosfera de Sotelo, al generarun cinetismo interno que alcanza estados de plenitud y suficiencia creativa visibles, también, en el resto de su producción.
Con la serie WhiteInside (2019) el artista participa en la Feria de Arte de Marbella, España, cual breve catálogo de su más reciente producción abstracta. Piezas que no solo remiten a otras imágenes (del autor) antes que a la realidad, sino que estas imágenes previas provienen de un fondo de experiencias que tensan al máximo el inventario del inagotable archivo de sus visibilidades atávicas. A juzgar: un juego de asimilaciones como prolongación del espacio imaginario e íntimo que no se deja marcar por el entorno, sino que deja su sello en éste.
Whiteinside esla explicitación de las tensiones psíquicas que buscan manifestarse, sobre todo, en la aceptación de la irrestricta capacidad creativa de generar sus propios universos de sentido.Inclinada a lo conceptual, se articula sobre el hilo que tiende entre lo onírico y lo real potenciando sensaciones visuales en busca de que el espectador indague en sus emociones.
Los relieves, las texturas obtenidas muestran una cuidadosa vaporosidad en la superposición de materias que sugieren cierta inquietud, como si la pintura no pretendiera representar nada, solo a sí misma. Algo queda claro, no se puede dar por sentada la estricta dependencia de un quehacer creativo a una determinada experiencia existencial. Aunque tampoco es posible aceptar una radical desconexión entre el arte y la vida. Es evidente que el arte no es la vida, pero sí una de las formas más loables y plausibles en que esta puede ser concebida y expresada. Y Sotelo lo sabe. Por eso participa de tal hibridación con el desenfado de esa extraña espiritualidad de los cubanos. Tal como lo catalogara el Dr. Eusebio Lealcomo un hombre de la vanguardia y de la contemporaneidad.
Manchas de color se esparcen sobre la tela, gestos furiosos y desgarrados, chorreados largos como masas pictóricas circulares, salpicaduras se deslizan suavemente por los cuadros de White inside. Como en Trauma post-divorcio, donde se crean efectos matéricos dados a las yuxtaposiciones y los empastes de elementos ajenos a la planimetría del cuadro. La multiestabilidad del volumen interpela al espectador y lo empuja a plantearse preguntas sobre los regímenes del sentido histórico que delimita la relación entre la materia y la idea, la ausencia y la presencia, lo visible y lo invisible.
Afanada a verse a sí misma en el trance de apropiarse de las restantes,las piezas de White inside reflejan una infinitud relacional que dialoga íntimamente con series de los años que la preceden en la medida en que incorpora recursos visuales novedosos y polisémicos. Desde el año 2009, el crítico Rufo Caballero advertía, que por mucho que lo ocupen otros géneros y lenguajes, Lara nunca debería abandonar, de un todo, la pintura abstracta.Así ha sido, sin llegar a la retorización y expandiendo cada vez más los resortes expresivos en los que Sotelo encuentra los recursos para la comunicación de sus conceptos y experiencias. De manera que expone su fascinación transvisual, sugestiva y expansiva, la que durante 30 años ha plasmado en el hecho artístico, como un nuevo comienzo de un ciclo.
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