En este 2019 se celebran tres décadas de vida artística de Jesús Lara Sotelo y los años no parecen responder a la inmensidad de su arte. Muchos se preguntan ¿en qué tiempo lo hace? y posiblemente haya sido esta la interrogante más frecuente que el público le haya preparado. Indudablemente, la obra de Sotelo da fe de una misión continua entre el ejercicio de la pintura, la práctica de la escultura, la fotografía, la cerámica, la litografía, y de todas las evocaciones plásticas que han repercutido también en su literatura, donde tiene más libros escritos que años de su vida. Lo cual puede asegurar, que detrás de tanto virtuosismo y prolífera creación, permanece una biografía cautivante, pletórica de anécdotas y vicisitudes que te ayudarán a comprender mejor, la historia detrás del arte, que es también la vida de Jesús Lara Sotelo.
- Asma, timidez y pelo rojo
Lara fue un niño asmático, tímido y pelirrojo, que pasó la mayor parte de su infancia ingresado en hospitales, al borde de la muerte, o en su casa de San Lázaro, en Centro Habana, sin poder salir. Llegó a tener una historia clínica tan gruesa, que los médicos la llamaban en broma Antiguo y Nuevo Testamento. No pudo correr y reír a sus anchas en calles y parques como lo hacían los demás niños. Tampoco perfumarse ni asistir puntualmente a la escuela (repitió el primer grado). La vida normal no era para él una opción, porque podía conducirlo irremediablemente a una crisis de asma. Hoy controla la enfermedad con ejercicios físicos; la timidez se le sale de vez en cuando frente al público, pero en sentido general ha logrado vencerla; su pelo ya no es rojo como el fuego, ahora es oscuro, pero se afeita la cabeza como para que nadie se entere, sobre todo después que supo que Malcom X era también pelirrojo.
- Telas o el relieve del artista
Nadie fue artista en su familia. Ni siquiera aficionados al canto, a la rumba, a la narración oral . Nada. Juan, el padre, era obrero ferroviario, y Ángela, su madre, costurera. Aunque pensándolo bien, esta última era muy hábil con las manos, capaz de reducir, ampliar o crear una prenda de vestir nueva para su hijo enfermizo, con recortes o ropas de uso. Había magia en sus manos. Eso explica tal vez por qué en los cuadros de Lara aparecen con frecuencia pedazos de tela convertidos en relieves asombrosos.
- Diseño Mecánico
Muchos suponen o afirman que Jesús Lara Sotelo es un artista académico, pero pocos saben que se graduó de Diseño Mecánico para no quedarse sin estudios, una especialidad técnica con pobres opciones de ubicación laboral (así le advirtieron). Su verdadera expectativa había sido la Academia de Artes San Alejandro, pero extrañamente suspendió las pruebas de dibujo. La inicial decepción lo motivó luego a aventurarse en la búsqueda de sus propios métodos alternativos de aprendizaje. Por eso, durante cinco años, estudió de manera autodidacta en la Biblioteca Nacional de Cuba varias disciplinas vinculadas al arte, entre ellas la restauración. También hizo estudios de física cuántica, lógica, ortopedia, psicología, mineralogía, cardiología, que aunque no poseen un vínculo aparentemente directo con el arte, a lo largo de los años han tenido una presencia notable en su obra como artista y escritor. Todo está conectado, dice Lara.
- Primera exposición
Aunque los críticos definen que en el año 1989 Lara realizó su primera muestra personal (la cual tituló Me refiero al hombre), desconocen que, en 1987, apenas con 15 años, dedicó una exposición a las personas invidentes. Contaba entonces con la guía de su maestro Eladio Reyes, el primer dramaturgo ciego graduado de Teatrología en América Latina, quien le enseñó además, valores como la bondad, el altruismo y la capacidad de sacrificio.
- La cultura oriental
Las crisis asmáticas acompañaron a Lara hasta los 18 años. Su cuerpo exhibía las secuelas de una mala alimentación (durante las ataques apenas comía). Entonces decidió practicar deportes de combate. El ejercicio físico le cambió la vida. En la actualidad, ejerce además la Meditación trascendental, el atletismo, boxeo y el Tai Chi chikung. Es un apasionado jugador de Go, practicante del estilo Iaido (Muso Shinden Ryu, único de su tipo en Cuba) y de senderismo (curiosamente aprendió a montar bicicleta a los 22 años). Incluye en su creación elementos del Feng Shui, del Kintsugi (arte de las segundas oportunidades) y se inspira en la música oriental. Practica también la sonoterapia con cuencos tibetanos. En su literatura la influencia del haiku y de la cultura oriental se aprecia en sus libros de aforismos publicados, como Mitología del extremo (2010), prologado por el desaparecido crítico Rufo Caballero, y El Escarabajo de Namibia (2018), prologado por el escritor Francisco López Sacha, así como en otros títulos aún inéditos.
- La música
Desde los 19 a los 22 años, Lara realizó estudios básicos de música de manera autodidacta. Aprendió teoría y solfeo, guitarra y piano. Por eso tiene más amigos músicos que pintores, a pesar de que ha pintado incesantemente. Ha realizado experimentos musicales de carácter incidental (Pieza musical “Tensión, misterio, tensión”, presentada en la XII Bienal de La Habana en 2015), y dedica exposiciones a grandes músicos cubanos como las muestras Yo también sueño con serpientes (2013) y Espacio vital (2019). Hoy es admirador de la danza contemporánea, la danza clásica y la danza egipcia. Es devoto de Stravinski, Beethoven, Paganini, Sindo Garay, Villalobos, Leo Brouwer, y no le gusta el reguetón.
- Es balletómano
Lara admira los bailes populares como la rumba, el danzón, el guaguancó. También le gusta la danza contemporánea y las coreografías de Pina Baush, a las cuales hace alusión en su libro de 2015 Trece cebras bajo la llovizna. Pero el ballet lo siente hasta en los huesos. A los 9 años vio a Alicia Alonso bailar por primera vez en la televisión y desde ese entonces, la imagen danzaria ocupa un lugar prominente dentro de su repertorio artístico. Sus variados homenajes, desde el año 2010, han contado con cerámicas, retratos y libros inspirados en la prima ballerina. Sobre el episodio de encuentro entre Lara y Alicia, la escritora cubana Maria Elena Llana escribe el cuento titulado Profundas confluencias (2019).
- El arte del olfato
La estética de las fragancias ha acompañado el arte de Jesús Lara Sotelo sin que haya hecho gala de ello. Con 20 años de edad quería reproducir los olores de árboles, de objetos quemados y la humedad de la tierra. En su libro “Petricor”, publicado en el 2018, se refleja este intento por atrapar el mundo de los olores mediante la palabra. Al decir de Cira Romero, ensayista, crítica literaria e investigadora, miembro de la Academia Cubana de la Lengua, “Petricor es un libro nacido de un ingenio concentrado y goza — acaso uno de sus mejores logros— de un enfoque aguzado que, contradictoriamente, no se aferra a lo abstracto”. Con los años profundizó mucho más en la cata de té (sommelier), los arreglos florales con semillas, ramas, hojas secas y las prácticas sanativas vinculadas a la aromaterapia.
- Alcohólico
Lara fue alcohólico durante once años. En ese tiempo se mantuvo lejos de los círculos artísticos y literarios, si bien nunca dejó de pintar y de escribir. Por eso, cuando reaparece en el año 2003 después de una intensa y traumática etapa de rehabilitación en hospitales, su obra plástica parecía como desconectada de manera ex profeso de las tendencias vigentes en el arte del momento. Lara siempre abogó, mucho antes de este periodo, por un arte sin estilo, libre de ismos, y de marcas en la piel. En uno de los aforismos de Mitología del extremo (escrito en 1992 y publicado en el año 2010), afirma: “El estilo, oh el estilo, que penosa prisión para el espíritu”. Todavía hoy se mueve en una multiplicidad de disciplinas que lo convierten en una suerte de lobo solitario y rebelde. Lleva más de una década de sobriedad y asegura, no simpatizar con los tatuajes.
- Predicador
Nunca ha sido devoto de las religiones afrocubanas que heredó de sus antecesores. Las respeta e incluso las ha estudiado, pero no las practica. Se siente más identificado con otras corrientes religiosas, como el budismo, el sintoísmo y el cristianismo, del cual fue predicador durante un tiempo.
- Prolífero escritor
A pesar de que Lara Sotelo es un artista joven, de apenas 46 años de edad, ha escrito 49 libros de poesía, dos de aforismos, uno de cuentos y dos antologías poéticas de su obra. De ellos solo once libros han sido publicados:¿Quién eres tú, God de Magod? (2008), Alicia y las Odas prusianas (2010), Domos Magicvs (2013), Lebensraum (2016), Lina de Feria y Jesús Lara, a dos manos (2016), Antología El laberinto ante mí (2016), Poemas de Berlín (2018), Poemas capitales (2018), Antología Poética La vaguedad y otros problemas (2019), entre otros.