por: Luis Marré
Cuando terminé de leer el libro de poemas de Jesús Lara Sotelo titulado ¿Quién eres tú, God de Magod?, tuve la impresión de que había leído fuera del contexto en que se ha venido escribiendo por los poetas cubanos desde las primeras obras de los poetas de Orígenes, aunque por la intención transgresora podría señalar un lejano parentesco con algunos poemas de Virgilio Piñera: Muchas veces no supe si el poema que había leído era una plegaria o una blasfemia.
El prólogo de Rufo Caballero para ¿Quién eres tú, God de Magod?, no deja margen para decir algo nuevo sobre este libro escrito por Lara varios años antes de su publicación; solo agregaré: quedé deslumbrado por el estallido de imágenes que encontré en cada poema. Tiene razón Rufo Caballero al mencionar a Rimbaud en alguna línea de su excelente prólogo a ¿Quién eres tú, God de Magod?
Cuando Lara me preguntó si quería escribir unas palabras para el lanzamiento de un libro suyo titulado Alicia y las Odas prusianas, le conté: ¡no soy crítico de arte ni he leído ese libro!
Ustedes estarán preguntándose por qué acepté decir las palabras de ofrecimiento en este homenaje que mi amigo Jesús Lara hace a Alicia Alonso con el lanzamiento de su libro Alicia y las Odas prusianas. Acepté porque se trata de un homenaje a nuestra gran artista, a quien yo también hice un homenaje en mi lejana juventud, y del que Alicia supo cerca de treinta años después.
Vi por primera vez bailar a Alicia Alonso en una función que se celebró en el estadio de la Universidad de La Habana, en los primeros años de la década del 50 del siglo pasado. Mi amigo Pedro de Oraá y yo llegamos tarde y nos impidieron la entrada, pero subimos por una tapia, sin que nadie notara nuestra intrusión. Tanto me impresionó el ballet, el baile de Alicia, que escribí un poema que titulé ¨Danzante¨. Es muy breve:
II
Emerges de ti misma, otra.
Agua negra —la música— te lava,
Por tus hombros se escurre.
Tú cuerpo va del pájaro a la piedra
Y de la piedra al pájaro.
¿Qué rosa te seduce?
Y si estatua ¿qué estrella te extasía?
¿Desanudas camino que te lleve desnuda de tu cuerpo?
Treinta años después, Alicia supo de ese poema. Se lo envié, y ella lo devolvió incluido en un número de la revista del Ballet de Cuba, con una hermosa carta de agradecimiento.
Por segunda vez vi a nuestra homenajeada en el Museo de Bellas Artes, al que acudimos escritores y artistas —no recuerdo si fue para una marcha por el primero de mayo del 59 o el 60. Cuando llegué, busqué entre los reunidos a alguien amigo; encontré a Onelio Jorge Cardoso, quien me hizo notar que delante de nosotros estaban Alicia Alonso y otro miembro del Ballet. Además de una gran artista, nuestra admirada Alicia dice sí a la Revolución —pensé. Por eso acepté, sin ser crítico de arte, sin haber leído el nuevo libro de mi amigo Jesús Lara, decir las palabras de agradecimiento de este homenaje a nuestra Alicia.