por: Jesús Dueñas Becerra
Jesús Lara Sotelo: el artista de las posibilidades, de la doctora en Ciencias Filológicas Cira Romero, investigadora titular del Instituto de Literatura y Lingüística Doctor José Antonio Portuondo, es el título del libro virtual presentado por la autora en el Centro Provincial de Artes Plásticas y Diseño, en La Habana Vieja, donde —paralelamente— se expone la muestra personal Poemas delicados, del también artista de la plástica, del lente, pensador y realizador audiovisual.
Ante todo, habría que destacar los valores éticos, ideo-estéticos, artísticos y filosófico-antropogénicos que los seguidores de la vida y la obra de Lara Sotelo pueden descubrir en las páginas de ese volumen.
Según la ilustre intelectual cubana, «para quienes, anclados en el asombro y la curiosidad, leemos los textos [poético] literarios de Jesús Lara Sotelo, ha sido siempre muy estimulante comprobar que su literatura se entrelaza de modo inequívoco, pero también anómalo, con su quehacer artístico [y concretamente, pictórico]. A primera vista parece que se trata de dos mundos autónomos y con suficiencia capaz de transformar a Lara Sotelo en un ser ubicuo, a dos aguas, transversal, en quien el lenguaje se desplaza por varios niveles».
De acuerdo con esa línea de pensamiento, « […] el arte que Lara ha puesto ante nuestros ojos completa sus solicitaciones y sus recursos gracias a sus textos, y estos, que ya son numerosos y promueven una gestualidad ante la cual nadie queda sin reaccionar, entablan una querella enriquecedora con ese mundo […] de color y sonido (fotografía, cerámica, videoarte, pintura, escultura, instalaciones performáticas), en el que se arraiga una zona de su [bien ganada] reputación [en el complejo universo artístico y poético-literario insular, y mucho más allá de nuestras fronteras geográficas]».
« […] Lara Sotelo, una de las energías genésicas más fuertes que conozco, es, sin dudas, un hombre henchido por las ideas y las interrogaciones, por conceptos opulentamente imprecisos, por dudas irresueltas, por agonías que van de lo universal a lo íntimo. Su guerra, si pudiera expresarme así, es contra el sinsentido. Y sus libros muestran, con bastante frecuencia, un paisajismo mental en el que habría que insistir mucho porque es allí donde su personalidad se ilumina».
De ese bien documentado razonamiento se desprende que «la tesitura estilística de Lara Sotelo se fragua a partir de afirmaciones/imágenes realizadas en forma de series. La mayor parte de ellas exhibe la virtud del chispazo, la brevedad, y se asienta en un tipo de enunciación clara, y aun así, sometida al encadenamiento y el turbión de las imágenes. Si algo desarrolla una regencia en [sus] libros […] es la imagen. Pero siempre es una imagen que significa algo por pura vecindad con otra u otras. Leer a Lara Sotelo implica [revisitar su obra poético-literaria cada vez que la mente y el alma humanas experimenten tan acuciosa necesidad]».
En «[…] cada texto suyo (y me refiero ahora a ese texto modélico que podría ser el agente representador de su poética) promueve pequeñas cadenas de metáforas interconectadas que crean un singularísimo efecto: nos imaginamos dentro de un espacio, cuyos objetos, criaturas y gestos anulan el tiempo, o derogan, para decirlo con mayor exactitud, el paso del tiempo, puesto que, veamos lo que veamos, y ocurra lo que ocurra, todo está como en una especie de presente continuo, ante nosotros, no importa si es el bombardeo atómico [a] Japón, WikiLeaks, la pintura de Caravaggio o el drama horrendo e indignante de las migraciones masivas [que tienen lugar] en el siglo XXI».
Para la doctora Romero, «el dolor es el estado del mundo, y nunca pasa. La belleza es la condición del arte, y nunca pasa. La crueldad es la medida del hombre, y nunca pasa. El amor es la salvación, y nunca pasa. Estos y algunos otros son los territorios donde se pone a prueba la identidad humana, y Lara Sotelo ha asumido esos dilemas con un conocimiento activo, [del que] brota, incesante, un texto tras otro. De hecho, tengo la impresión de que, cuando su ánimo alcanza el rojo-blanco de la ignición creativa, se sumerge con rabia angustiada en una atmósfera que lo sacude entre la posibilidad de pintar y la posibilidad de escribir, hasta que una de las dos predomina, o hasta que ambas lo obligan a ir de un mundo al otro en un fértil movimiento de oscilación».
Lara Sotelo es «sentencioso, narrativo, en ocasiones axiomático […] alude a lo honorable, subraya el pudor y la austeridad, [evoca] el decoro, la conciencia moral, y también, claro está, lo sagrado, el desafío del cuerpo, el abismo del sexo, y se aposenta, con igual ansia y desasosiego, en las mansiones del placer y en el horror cotidiano de la vida.
La doctora Cira Romero finaliza su enjundioso análisis crítico acerca de la producción intelectual y espiritual del carismático artista habanero con la firme convicción de que «la polimórfica agonía del mundo, la espesura lingüística de lo real, el precario renacer del hombre, el amor y el deseo como vaivenes de la intimidad humana, la incertidumbre del valor del conocimiento, la crisis de la verdad, las nuevas estructuras de la imaginación [devienen] un manojo de asuntos en los que los libros de Jesús Lara Sotelo hunden sus raíces […]», ya que « […] es un hombre intranquilo, ultra-despierto, y que se compromete no con la cubanidad o las utopías inmediatas, sino con algo mucho más importante y de trascendencia probada: el espíritu y sus crisis sucesivas. Que un escritor trabaje así, apremiado y estremecido por esa alarma total y esos desvelos, es una suerte para todos».
Jesús Dueñas Becerra. Ejerce la crítica artístico-literaria y el periodismo cultural en varios medios nacionales de prensa. Su actividad fundamental es la crítica de danza y cinematográfica, así como las artes escénicas y las artes plásticas.